El 1 de enero de 2024, Japón fue sacudido por un terremoto de magnitud 7.6 que dejó al menos 64 muertos. Sin embargo, la tragedia no terminó allí. En los días siguientes, otro sismo de la misma magnitud golpeó la península de Noto, cobrando la vida de 250 personas y causando daños severos en la infraestructura, con alrededor de 75,000 edificios afectados. Uno de los principales culpables detrás del colapso de muchas de estas estructuras fue el fenómeno de licuación de suelos (BBC News Mundo, 2024).
La licuación de suelos, un fenómeno que se hizo notoriamente conocido tras los terremotos de Niigata y Alaska en 1964 (Hernández, 2023), juega un papel crucial en la destrucción de infraestructuras durante eventos sísmicos en Japón. Este proceso ocurre cuando suelos saturados de agua pierden temporalmente su capacidad de soporte durante un terremoto, provocando que estructuras como edificios y carreteras se hundan o desplacen, lo que se observó ampliamente en el reciente desastre en Noto.
En el terremoto de la península de Noto, la licuación fue responsable de que cerca de 75,000 edificios y casas sufrieran daños severos. Este fenómeno se sumó a otros factores de vulnerabilidad, como la antigüedad y diseño de las estructuras, ya observados en el sismo de Año Nuevo en la región central de Japón. Los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que estudiaron este evento, han destacado la importancia de comprender estos efectos para mejorar las prácticas de construcción y la preparación ante sismos en México, un país también vulnerable a estos fenómenos (UNAM Global, 2024).
Este desastre subrayó la importancia de contar con códigos de construcción rigurosos y procesos constructivos de calidad, tal como se observa en Japón. La respuesta rápida y eficiente del gobierno japonés, que destinó 32 millones de dólares a la ayuda humanitaria y restableció las vías de comunicación en un mes, es un ejemplo de la preparación que se necesita para enfrentar desastres naturales de esta magnitud.
Las ciudades costeras de Japón, donde muchas viviendas unifamiliares de baja altura están construidas con estructuras de madera y cimentaciones someras, fueron especialmente vulnerables a la licuación. Estas viviendas, situadas en áreas con suelos que experimentaron licuación, sufrieron hundimientos de hasta 0.9 m y desplazamientos laterales de hasta 12 m (Mendoza et al. 2024). Además, la licuación provocó inclinaciones y agrietamientos del terreno, afectando no solo a viviendas, sino también a infraestructuras críticas como postes de energía y sistemas de drenaje.
Por otro lado, aunque las cimentaciones profundas de edificios altos en general tuvieron un buen desempeño, también se observaron fallas notables, como el colapso total de un edificio en Wajima debido a una deficiente conexión entre pilotes y zapatas. Esta situación resalta la necesidad de una conexión estructural adecuada para resistir las fuerzas sísmicas.
Los deslizamientos de taludes fueron otro desafío significativo, especialmente cerca del epicentro, donde afectaron carreteras y destruyeron viviendas en laderas. A pesar de estos desafíos, el desempeño general de los edificios de concreto reforzado y otras infraestructuras clave fue satisfactorio, lo que demuestra la efectividad de las buenas prácticas de diseño y construcción en Japón.
El análisis del comportamiento de las cimentaciones y estructuras durante estos sismos es crucial para mejorar las prácticas de construcción y las normativas en otros países, como México, donde la vulnerabilidad a sismos y fenómenos de licuación es similar. La experiencia de Japón ofrece lecciones valiosas que pueden ayudar a prevenir desastres similares en otras partes del mundo, subrayando la importancia de la preparación y la resiliencia ante los terremotos.
by: Ph. D. Carolina Hernández Valerio
(993) 389 4059
Calle 10 30, San Pedro de los Pinos, Benito Juárez, 03800 Ciudad de México, CDMX
info@soilsolution.com.mx